Cuando el mundo forestal está sometido a tendencias políticas

Uno de los servicios que presta Entrearbres es la asesoría en temas forestales, lo que nos lleva a menudo a asistir a asambleas de asociaciones de propietarios en representación de nuestros clientes y como agentes especialistas.
Estos encuentros con distintos perfiles de propietarios siempre son interesantes. Revelan situaciones locales, problemas, reivindicaciones o iniciativas y es fácil reconocer una serie de puntos que se manifiestan con igual inquietud en diferentes partes del territorio.

Quizás la principal de estas preocupaciones es la dificultad en la obtención de permisos para realizar actuaciones en los bosques. Una tramitación administrativa cada vez más complicada, nada ágil y con interminables plazos de espera.


 


Lo cierto es que las intervenciones en el bosque no son bien apreciadas. Socialmente impera una visión ecológica traumática del medio ambiente, que si bien en algunos casos está fundamentada, en otros ámbitos no responde a criterios científicos y queda sustituida por un alarmismo mediático que no separa ni identifica objetivamente cada realidad ambiental.


Este rechazo social equipara generalmente intervención con agresión o transformación con mutilación y condiciona completamente a la clase política.


 


Paradójicamente, las actuaciones que reivindica el mundo forestal no deberían suscitar ninguna polémica, justo al contrario, se fundamentan en contrastadas conclusiones medioambientales postuladas por profesionales como los ingenieros de montes, necesarias para contrarrestar dinámicas de impacto sobre los bosques.


Entre ellas, el abandono de zonas de cultivo, ganadería, presión urbanística, prevención de incendios o sinergias entre aprovechamiento económico y mantenimiento de las zonas forestales.


Objetivos y estudios que pese al conocimiento de la administración, evitan por miedo a posicionarse en decisiones que les puedan resultar polémicas. Al contrario, incrementan las trabas burocráticas.


 


Así pues, la solución para contrarrestar políticas adversas es la comunicación. El colectivo forestal debe divulgar más y mejor, recuperando espacio mediático.


Es precisamente la defensa de la ecología, el equilibrio y la preservación lo que reclamamos dinamizar, con transformaciones del territorio desacomplejadas políticamente, bajo criterios científicos y profesionales que lo avalan.


Sólo de esta forma la percepción social y la tendencia política revertirán favorablemente.

Entrearbres. Cristina Montserrat